Un gato no es un perro. No podemos llevarlo a una residencia, a casa de unos amigos, ni siquiera llevárnoslo con nosotros cuando nos vamos de vacaciones. Los gatos son territoriales y no les gusta salir de «su zona».
Mucha gente que tiene gato no sabe esto y comete el error de llevarlo a una residencia donde el gato lo pasará francamente mal. Otras veces intentará llevarlo consigo con el consiguiente forcejeo del gato que seguro «te dará las vacaciones» hasta que volváis a casa. Los profesionales saben esto y te aconsejan que no lo saques, pero algunas residencias con pocos conocimientos felinos o sin escrúpulos, aceptarán tu minino por la ganancia que representa. A ellos no les dará problema porque tu gato estará en una jaula todo el día y solo habrá que ponerle comida y cambiar la bandeja, que con suerte se cambiará a diario.
El remedio a esto es un/a kitty-sitter, que se encargará de ir a tu casa a darle la comida, de cambiarle la bandeja, y de revisar que todo está en orden (hay gatos que cuando sus amos se van de vacaciones, se ponen nerviosos y empiezan a arañar o marcar, el equivalente a la ansiedad por separación de los perros)
Claro que tienes que confiar en esa persona a la que vas a dar acceso a tu casa en tu ausencia. Nosotros tenemos kitty-sitters de confianza. Ellos te enviarán fotos de tu felino cada vez que vayan a la casa, y además te darán una fotocopia de su DNI, antes de empezar, para tu tranquilidad.
En cualquier caso , no tienes que dejarle las llaves de casa al kitty-sitter, sino que puedes dejárselas al conserje para que se las de cada vez que vaya, o a una vecina…
Lo importante es que tu gat@ se encuentre cómodo y tranquilo en su casa, aunque seguro que te echará de menos el tiempo que estés fuera.