En la lección 1 hemos hablado de cómo introducir al niño o niña en la terapia con animales, dejarle elegir la que será su mascota terapéutica dentro de un rango de posibilidades basado en su adecuación a su edad, entorno, posibilidad de un mantenimiento adecuado, y bienestar del animal.
Cuando el animal llega a casa tenemos que habernos informado previamente de todo lo relacionado con sus cuidados, su espacio adecuado, medidas, hábitos del animal, carácter, lenguaje propio de la especie. Lo ideal es hacer partícipe al niño o niña de este aprendizaje, ya que, como dijimos en la lección 1, nuestro objetivo es lograr su implicación total en el proceso y en sus cuidados.
Iniciar en los cuidados de la mascota
Al principio, seremos nosotros/as, padres o tutores, los encargados de enseñarles cómo cuidar, asear, alimentar, y mantener la mascota saludable, es lo que llamamos «enseñar y demostrar». Es un periodo que puede durar días o semanas, y sabremos que ha terminado cuando veamos que el niño/a realiza las tareas espontánea y correctamente sin necesidad de supervisión.
Esta parte, los cuidados del animal, es una parte esencial de la terapia, de hecho, es la más importante. Con esto logramos varias cosas: que el niño/a se mantenga ocupado/a en una actividad que le gusta pero no dañina ni adictiva (como podría ser la tablet), que eleva su autoestima y seguridad en si mismo (porque se le ha confiado una tarea importante, el mantenimiento de su mascota), que le enseña a asumir responsabilidades (muy importante de cara al futuro) y a ser más comunicativo y sociable (ya que le gustará compartir anécdotas que le sucedan con su mascota)
Pero ojo, por nuestra parte siempre tendremos disponible el pienso, la arena, paja, champú, o cualquier elemento necesario para el mantenimiento del bienestar del animal. En esta parte del proceso, nosotros/as también debemos ser responsables y dar ejemplo no olvidándonos de los suministros.
La etapa autónoma de la terapia
A partir de aquí, la terapia está en marcha y dura tanto como la vida del animal. Ejerceremos una supervisión desde la distancia, y solo actuaremos cuando veamos negligencia o abandono en los cuidados por parte del niño/a. En caso que esto se produzca, deberemos cumplir con lo pactado en la lección 1: «mientras cuides de tu mascota ésta estará en casa, si no la cuidas, la tendremos que dar a alguien que si lo haga».
No hay que preocuparse demasiado en este sentido, si realmente el niño/a ha creado un lazo afectivo real con su mascota, no dejará que se la lleven. Es una lección que debe aprender, a ser responsable y consecuente. Si realmente no le importa el bienestar de su mascota, entonces es mejor que no esté en la casa (y para ello deberemos tener preparado un plan B para colocar al animal en un hogar donde reciba todas las atenciones que necesita).
Debemos actuar con firmeza en este último caso, a pesar de nuestros propios sentimientos hacia el animal. Recordemos que no es nuestra mascota, y que estamos en un proceso de terapia educativa. De hecho, si tanto nos gustan los animales, nosotros/as podemos tener también nuestra propia mascota/as, pero distinta de aquella que hemos elegido para la terapia infantil.
En la lección 3 abordaremos el proceso de enfermedad, el celo y cría o la esterilización, la vejez, y finalmente, la muerte de la mascota, y como lo vive el niño o la niña todos estos procesos.