En la lección 1 hemos hablado de cómo introducir al niño o niña en la terapia con animales, dejarle elegir a la que será su mascota terapéutica dentro de un rango de posibilidades basado en su adecuación a su edad, entorno, posibilidad de un mantenimiento adecuado, y bienestar del animal.

En la lección 2 hemos explicado cómo dar la tarea terapéutica a los niños y niñas de cuidar a su mascota,  en qué consiste la técnica «enseñar y demostrar»,  y pautas para los padres o tutores del niño o niña en caso de abandono o negligencia de sus compromisos para con el animal de terapia.

Situaciones de riesgo: enfermedades, celo, cría…

¿Qué haremos en aquellas situaciones que se salen de los cuidados rutinarios en el mantenimiento del animal de terapia? En estos casos veremos conjuntamente con el niño o niña lo que significan cada uno de estos procesos.

En caso de enfermedad: Seguiremos con la pauta de «enseñar y demostrar», esta vez en una nueva situación que requiere más atención y cuidado, mayor complejidad (dar medicinas a determinadas horas, colocar vendas, collarines, cambio de pienso, respetar indicaciones del veterinario). En este caso nuestra supervisión será mayor, estaremos en modo «alerta», ya que la vida del animal estará más amenazada. Sin embargo, procuraremos no inmiscuirnos en la medida de lo posible «que no se note» de cara al exterior. Será una ocasión estupenda para desarrollar  el sentido de la responsabilidad en situaciones difíciles del niño o la niña. 

Sobre el celo y la cría: A priori, recomendamos esterilizar al animal (mejor si ya lo está cuando llega a la casa) ya que promover la cria de animales domésticos no es objetivo de la terapia. Sin embargo, si por circunstancias involuntarias nos encontráramos con que la mascota ya viniera preñada sin saberlo, podemos compartir la tarea de repartir las crías a hogares responsables donde serán bien cuidadas, aprovechando la ocasión para hacer ver la irresponsabilidad de aquellos que abandonan a los cachorros, crias o animales recién nacidos de sus mascotas. Incluso podemos aprovechar para tratar el tema del abandono de mascotas en general.

Cuando llega la vejez y el final:

Si hemos llegado a este punto en la terapia, significa que el animal ya ha pasado bastante tiempo con nosotros (años o meses según el ciclo vital de la especie en cuestión)

Ningún niño o niña está preparado para asumir el final de un ser querido. Especialmente si ha desarrollado un vínculo emocional con él. En el caso de las mascotas, es muy importante la actitud de los padres o tutores, ya que cómo reaccionen éstos ante la situación, va a condicionar la respuesta del niño o niña a estos hechos y su comportamiento en el futuro.

Muchos adultos aun sienten vergüenza por llorar y sentir el duelo por su mascota fallecida, y lo intentan enmascarar de las siguientes maneras, dañinas ambas para el aprendizaje infantil:

  • Comprar otra mascota inmediatamente tras la muerte de la anterior: con esto se intenta cortar de golpe la pena por la reciente perdida. A priori se corta el dolor de golpe con la alegría de una nueva mascota, pero se infringen varios principios éticos-educativos. Por un lado, es una degradación de categoría de la mascota fallecida a simple objeto de «usar y reponer». Por otro, traigo un animal para rellenar un bache emocional. Esto sería una «cosificación o instrumentalización» del animal suplente del anterior. Da a entender a la mente infantil que tanto vale el primero como el segundo.
  • Aleccionar al niño o niña de que los animales no están al mismo nivel que las personas, y por lo tanto no merecen que se les haga el mismo duelo que a un ser humano: Con esto, lo que estamos enseñando es que un animal no merece el mismo respeto y cuidado que una persona, lo que hagamos contra aquel en el futuro, aunque esté mal, no tendrá tanta gravedad. Los causantes de delitos de maltrato animal casi siempre vienen de un hogar donde rigen este tipo de creencias.

Sé que pueden parecer exageradas estas apreciaciones, pero así ve las cosas la mente infantil, engrandecidas,  exageradas y sin posibles matices. No entiende de buenas intenciones, titubeos, pruebas…para ellos, lo que ven o lo que les dices, es lo que es, literalmente. Hay que tener cuidado con lo que hacemos, y muy especialmente con lo que le decimos a nuestros menores a cargo.

¿Cómo actuar entonces en este caso?

Durante la vejez del animal tenemos tiempo de ir asimilando con los niños/as que todos los seres tenemos un final, e ir haciéndonos a la idea. El transito del duelo es una ocasión ideal para que la mente infantil se familiarice con el concepto de la muerte y lo que significa. No debemos ocultarlo ni enmascararlo. Eso si, en cada edad se trata de una manera diferente, no es lo mismo explicárselo a un niño o niña de 6 años que a uno de 10.

Conclusión: Si la mascota ha logrado su efecto terapéutico sobre la mente y desarrollo infantil, esto es: ha acrecentado su sentido de la responsabilidad, su madurez emocional, su autoestima, su seguridad en si mismo, será el mismo niño/a quien decida si quiere o no volver a tener una mascota. Como en los capítulos anteriores, eso lo decidirá él/ella, no nosotros, padres y tutores. Y debe pasar un tiempo antes de que esto suceda.